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Mientras el mundo debate, entre el espanto y la admiración, los cambios que Hugo Chávez impone en Venezuela, otras transformaciones igualmente profundas pero menos visibles están ocurriendo en ese país. Venezuela se ha convertido en un importante centro de operaciones para las redes criminales que operan internacionalmente. A estos traficantes extranjeros lo que más les atrae de Venezuela no es el mercado local; lo que les gusta son las excelentes condiciones que ofrece como base para el manejo de sus negocios criminales. Encrucijada entre Suramérica, el Caribe, Norteamérica y Europa, la localización de Venezuela es ideal. ¿Fronteras? Largas, despobladas y porosas. ¿Sistema financiero? Grande y con controles gubernamentales fáciles de evadir para quienes necesitan hacerlo. ¿Telecomunicaciones, puertos y aeropuertos? Lo mejor que el petróleo puede comprar. ¿Niveles de corrupción de políticos, militares, jueces y policías? Venezuela ocupa un vergonzoso puesto número 162 en la lista de Transparencia Internacional, que clasifica a 179 países de acuerdo con su nivel de corrupción. ¿Ha mostrado el presidente Chávez algún interés en enfrentarse a estas redes internacionales en sus ocho años en el poder? No mucho.
Al Gore exigió uno para luchar contra el cambio climático. Nicolas Sarkozy prometió otro para lidiar con el malestar y la violencia que azotan los suburbios pobres de Francia, y en EE UU un grupo de congresistas lo pidió para Nueva Orleans después del huracán Katrina. Bono, el rockero, y Desmond Tutu, el arzobispo, claman por uno para África. Gordon Brown y Bill Clinton también creen que África lo necesita desesperadamente. Lo mismo opina Mariano Rajoy. El principal sindicato norteamericano exigió uno para reactivar la industria automotriz de ese país y Bill Gates quiere uno para popularizar la tecnología de la información. También ha sido prescrito para combatir la inmigración ilegal, la debacle en Irak, la malaria, los efectos del tsunami, el narcotráfico y, no podía faltar, el conflicto palestino-israelí.
El mundo está experimentando una explosión de megarricos. Este año, el número de nuevos nombres en la lista de las personas con fortunas superiores a los mil millones de dólares ha batido de nuevo récords. De acuerdo con la revista Forbes, hoy hay en el mundo 947 de estos individuos, de los cuales 178 aparecen en la lista por primera vez.
Una de las tendencias más desconcertantes de estos tiempos es que las negociaciones para facilitar el comercio entre países regularmente fracasan, mientras que el comercio internacional rompe récords de crecimiento con igual regularidad.
En los últimos cinco años, la gripe aviaria se ha cobrado 172 víctimas en todo el mundo. En el mismo periodo, otra amenaza mucho menos discutida pero más feroz ha acabado con la vida de cientos de miles de personas. Al igual que otras peligrosas pandemias, ésta se salta las fronteras nacionales y surge inesperadamente en diferentes lugares dispersándose por el mundo siguiendo trayectorias muy sorprendentes. Inexplicablemente, ha estallado en Boston y amainado en Bogotá. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre sus causas precisas ni sobre qué explica sus súbitas apariciones. A diferencia de la gripe aviaria, no procede de un virus transmitido de una especie a otra; los seres humanos son sus únicos causantes y difusores. Me refiero a la delincuencia callejera.
La Federación de Asuntos de la Mujer de Myanmar es una ONGO. También lo son Nashi, un grupo juvenil ruso, y la Organización de Derechos Humanos de Sudán. La Asociación de Organizaciones No Comerciales y No Gubernamentales de Kirguizistán, igual que Chongryon, la Asociación General de Residentes Coreanos en Japón son ONGO. Las ONGO están brotando en todas partes; están en China, Cuba, Francia, Túnez y Estados Unidos.
El Gobierno de Estados Unidos sufre un curioso trastorno de aprendizaje en relación con Irak. En el momento de emprender el doloroso proceso de retirarse del país, corre el riesgo de repetir los errores que cometió al emprender la guerra.
En 2007 no habrá ninguna elección importante en Estados Unidos. Y, sin embargo, este año está siendo dominado por la política electoral. Los cálculos con vistas a las elecciones presidenciales de 2008, el debut de un Congreso controlado por el Partido Demócrata por primera vez desde 1994 y el debilitamiento político de George W. Bush son tan importantes para EE UU como la previsible desaceleración económica o la irremediable caída de Irak en la anarquía genocida. Éstos son los temas fundamentales de la política estadounidense a lo largo de este año.
Un vídeo muestra a unas personas que recorren lentamente, en fila india, un camino cubierto de nieve. Se oye un disparo; la primera persona cae. Se oye una voz en off: "Les están matando como perros". Otro disparo, y cae otro cuerpo al suelo. Un soldado chino de uniforme vuelve a disparar su rifle. Un grupo de soldados examina los cuerpos caídos.
El sábado 7 de octubre, casi al mismo tiempo que se informaba al mundo de que Google estaba pujando para pagar 1.650 millones de dólares por YouTube, una página web de descarga de vídeos nacida hace dos años, la prestigiosa periodista rusa Anna Politkóvskaya fue asesinada a tiros en Moscú. Politkóvskaya escribía sobre las violaciones de los derechos humanos en Chechenia. Era además una crítica muy destacada del presidente ruso, Vladímir V. Putin, y las autoridades rusas califican su muerte de asesinato político.
Cuando el presidente George W. Bush anunció en mayo de 2003 el nombramiento de Paul Bremer como máxima autoridad civil estadounidense en Irak, recibí un correo electrónico de un antiguo colega suyo: "Acabo de oír que Jerry [apodo que recibe Bremer] va a dirigir Irak. Y los iraquíes creían que lo peor que podíamos hacer era bombardearles...".
Royal Dutch Shell es una de las empresas más grandes y poderosas del mundo. Bolivia es uno de los países más pobres del planeta; su economía no representa más que el 3% de los ingresos anuales de Shell. Hace poco, el presidente de Shell, Jeroen van der Veer, declaró en tono un tanto sumiso que su compañía estaba resignada a aceptar la decisión boliviana de romper los contratos que había firmado. Dijo también que no cree que siga siendo buena idea que las compañías petroleras recurran judicialmente contra las políticas nacionalistas de países como Bolivia. Antiguamente, las grandes multinacionales no se plegaban a los deseos de humildes gobiernos. Los colosos de la industria no se quedaban callados cuando, en nombre de una bandera nacional, les confiscaban sus yacimientos de petróleo y de gas o sus minas. Se defendían, y no sólo con la retórica.
¿Qué es más prioritario, reducir la desigualdad o aliviar la pobreza? Es tentador responder que son igualmente importantes. O que la pregunta es absurda porque la reducción de la pobreza disminuirá automáticamente las brechas entre pobres y ricos; o que las políticas que disminuyen la desigualdad inevitablemente reducirán la pobreza. Estas respuestas quizá sean tentadoras, pero también son incorrectas. Aunque el auge económico de China e India ha sacado a 400 millones de personas de la pobreza, en esos países la desigualdad económica ha aumentado. Las disparidades sociales en Cuba quizá sean menos graves ahora que cuando Fidel Castro asumió el poder hace 47 años, pero Cuba es hoy un país más pobre. En Estados Unidos, la pobreza no ha aumentado mucho, pero el abismo entre ricos y pobres es hoy mayor de lo que era.
En 1849, el ensayista escocés Thomas Carlyle llamó a la economía "la ciencia funesta". Dos siglos después, los economistas contemporáneos siguen enfrentados a decisiones funestas: ¿más inflación o menos empleo? ¿Gastar o ahorrar? También se han puesto muy arrogantes. El complejo de superioridad intelectual de los economistas tiene mucho que ver con su orgullo por las sofisticadas técnicas estadísticas en las que se basan para analizar fenómenos como la inflación, el desempleo, el comercio, e incluso los efectos a largo plazo de los abortos sobre los niveles de criminalidad. Esto con frecuencia los lleva a estar convencidos de que sus métodos son superiores y más rigurosos que los de las demás ciencias sociales. Así, cualquier investigación social cuyas conclusiones no se basen en el análisis cuantitativo de una masiva cantidad de datos es desdeñada por los economistas por ser "literatura" o, aún peor, por ser "periodismo". Hay un chiste entre economistas que dice que, para los antropólogos, el plural de anécdota es "base de datos".
En 1970, el mundo sufrió 78 grandes desastres naturales, que afectaron a cerca de 80 millones de personas y generaron daños materiales por más de 10.000 millones de dólares. En 2004, la cifra llegó a 384 catástrofes naturales, que se cobraron 200 millones de víctimas. Su coste económico se multiplicó por cinco, elevándose a 50.000 millones de dólares. Las cifras definitivas de 2005 serán aún peores.
Cada noche, Fortuna García canta una nana a su hija Carmen cuando la niña de seis años se va a dormir en casa de su abuela en Cochabamba, Bolivia. Fortuna vive en Gaithersburg, Maryland, y no ha visto a Carmen desde que abandonó Bolivia hace tres años. Pero cada noche, gracias a una tarjeta telefónica de prepago y por menos de un euro, le canta a Carmen hasta que se duerme. Y cada mes, Fortuna manda unos 250 euros a su madre, que se ocupa de Carmen. Los envíos de Fortuna han ayudado a pagar las mejoras de la casa de su madre y también han costeado la operación que salvó la vida a su sobrina enferma. Fortuna es uno de los 500.000 extranjeros que entran ilegalmente en Estados Unidos cada año, una cifra que no ha descendido de sus niveles previos al 11-S, a pesar de los esfuerzos por fortificar las fronteras de EE UU. Debido a que es una inmigrante ilegal, Fortuna carece de una cuenta bancaria en Estados Unidos y, por tanto, recurre a un encomendero, un compatriota boliviano que, por una comisión, entrega en mano el dinero que ella y sus vecinos de su comunidad de expatriados envían habitualmente a casa. Estos canales informales que se utilizan para mover dinero internacionalmente son comunes a muchos grupos de inmigrantes. Entre los inmigrantes de Oriente Próximo y el sur de Asia, el sistema se denomina hawala. Entre los chinos se conoce como chop.
Usted no es normal. Si está leyendo estas páginas, seguramente pertenece a la minoría de la humanidad que tiene un empleo estable, adecuado acceso a la Seguridad Social y que además disfruta de una considerable libertad política. Además, a diferencia de otros 860 millones de personas, usted sabe leer. Y gasta más de dos euros al día. El porcentaje de la población mundial que combina todos estos atributos es menos del 4%.
¿Tendrán John Bolton, el nuevo embajador estadounidense en Naciones Unidas, y Robert Mugabe, el viejo tirano de Zimbabue, el mismo impacto en los organismos internacionales que el que tuvieron en el mundo empresarial los fraudes de Ken Lay y Bernie Ebbers, los ex jefes de Enron y WorldCom?
A la gente de ascendencia árabe que vive en Estados Unidos le va mucho mejor que al estadounidense medio. Ésa es la sorprendente conclusión extraída a partir de datos recopilados por la Oficina del Censo de EE UU en 2000 y publicados recientemente. El censo descubrió que los residentes en EE UU que declaran tener antepasados árabes son más cultos y gozan de mayor riqueza que el estadounidense medio. Mientras que un 24% de los estadounidenses posee títulos universitarios, un 41% de los arabo-estadounidenses son licenciados. Los ingresos medios de una familia árabe que vive en Estados Unidos son de 40.250 euros -un 4,6% más que el resto de familias estadounidenses- y más de la mitad de los arabo-estadounidenses tiene vivienda propia. Un 42% de la población de ascendencia árabe en Estados Unidos trabajan como directivos o profesionales, mientras que eso ocurre sólo en un 34% de la población general estadounidense.
El príncipe heredero Abdalá bin Abdelaziz al Saud, de 81 años y padre de 34 hijos, ejerce el poder en Arabia Saudí desde que su hermano, el rey Fahd, sufrió una embolia cerebral en 1995. El príncipe no hablaba con la prensa de Occidente desde que se supo que 15 de los 19 terroristas que perpetraron los atentados del 11 de septiembre de 2001 eran saudíes. Abdalá encarna el cambio en Arabia Saudí, ya que, según él, reforma es la palabra clave para el futuro del país. El príncipe heredero saudí está hoy en París y se prepara para entrevistarse con George W. Bush el 24 de abril en Tejas.