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¿Quién invadió Crimea? La sociedad civil. ¿Y quién está ocupando oficinas gubernamentales y cuarteles de la policía en el este de Ucrania, desestabilizando esa región? La sociedad civil. ¿Quién lucha contra Bachar el Asad en Siria y Nuri al Maliki en Irak? La sociedad civil. ¿Quiénes son los “colectivos” que enfrentan a los estudiantes venezolanos que protestan contra el Gobierno? Activistas de la sociedad civil.
Para usted, un aumento de 4 grados centígrados en la temperatura ambiente no tiene mayores consecuencias. Pero para el planeta, ese aumento en la temperatura promedio es una catástrofe. Y a tenor de las pruebas científicas, hacia ella nos dirigimos si no hacemos nada por evitarlo.
De quién es la culpa de que la desigualdad económica haya aumentado tanto en los últimos tiempos? De los banqueros, es la respuesta obvia para muchos. Según esta visión, el sector financiero es el principal responsable de la crisis económica mundial que comenzó en 2008 y cuyas consecuencias aún las sufren millones de desempleados y la clase media que se ha empobrecido, especialmente en Europa y EEUU. Quienes piensan así también enfatizan que los banqueros y especuladores financieros que causaron la crisis no han pagado costo alguno y, por el contrario, muchos de ellos son ahora más ricos. Para otros, el aumento de la desigualdad tiene que ver con los misérrimos sueldos de los trabajadores en países como China e India, cuyos salarios empujan hacia abajo los ingresos de los trabajadores del resto del mundo y generan desempleo, ya que las empresas “exportan” puestos de trabajo de Occidente a Oriente. No; la tecnología es la principal fuente de desigualdad, dicen otros. Son los robots, las computadoras, Internet y, en general, todas las máquinas que reemplazan a los trabajadores las que causan desempleo y desigualdad.
En enero de 2012 escribí: "La desigualdad será el tema central de este año. Siempre ha existido y no va a desaparecer, pero este año va a dominar la agenda de los votantes, de quienes protestan en las calles y de los políticos… Va a terminar la coexistencia pacífica con la desigualdad, y las exigencias de luchar contra ella -y las promesas de que así se hará- serán más intensas y generalizadas de lo que han sido desde el fin de la guerra fría".
Primera postal: “Moisés Guánchez tiene 19 años y trabajaba como mesonero en un restaurante en las afueras de Caracas. El 5 de marzo al salir del trabajo se encontró atrapado junto con otras 40 personas en un aparcamiento de coches. Efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana que estaban reprimiendo una protesta en esa zona comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas y a disparar perdigones de goma contra el grupo donde estaba Guánchez. Al intentar salir del lugar, un miembro de la Guardia Nacional se lo impidió, disparándole a la cara perdigones de goma. A pesar de que no ofreció resistencia, dos guardias se turnaron para golpearlo, al tiempo que un tercero se acercó y le disparó a quemarropa en la pelvis. Guánchez tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en los brazos, la pierna y un testículo”.
La enorme influencia que Cuba ha logrado ejercer en Venezuela es uno de los acontecimientos geopolíticos más sorprendentes y menos comprendidos del siglo XXI. Venezuela es nueve veces más grande que Cuba, tiene el triple de población y su economía es cuatro veces mayor. El país alberga las principales reservas de petróleo del mundo. Sin embargo, algunas funciones cruciales del Estado venezolano o han sido delegadas a funcionarios cubanos o son directamente controladas por La Habana. Y esto, el régimen cubano lo conquistó sin un solo disparo.
Muchos creen que Estados Unidos está muy mal. ¿Las pruebas? Lo que sucede en Crimea y Siria, lugares donde el poderío norteamericano no se ve por ningún lado. Un país políticamente dividido e inaceptablemente desigual en la distribución del ingreso. El raudo ascenso del rival chino. La lista de cosas que no le van bien a esta agobiada superpotencia es aún más larga. Y engañosa. Todas estas debilidades existen y algunas de ellas son graves; la desigualdad económica, por ejemplo. Pero también hay algunas áreas en las cuales a EE UU le va muy bien, y que están en camino de ir aún mejor. Una de ellas es la industria manufacturera. La combinación de los bajos precios de la energía con las mejores y más innovadoras tecnologías de la información, nuevos materiales y robótica producirá una revolución manufacturera que no solo transformará la economía de EE UU, sino que nos afectará a todos.
Las protestas callejeras se han puesto de moda. De Bangkok a Caracas y de Madrid a Moscú, no pasa una semana sin que en alguna gran urbe del planeta una muchedumbre tome las calles para criticar al gobierno o para denunciar problemas más amplios, como la desigualdad o la corrupción. Con frecuencia las fotos aéreas de estas marchas impresionan por el intimidante mar de gente que exige cambios. Pero lo más sorprendente es que pocas veces logran su objetivo. Hay una gran desproporción entre la formidable energía política que vemos en las manifestaciones y sus pocos resultados prácticos.
La toma de Crimea por parte de Vladímir Putin no es una muestra de su fortaleza, sino una manifestación de su debilidad. Se siente inseguro y eso le lleva a cometer errores. Esta interpretación sorprenderá a quienes creen que el líder ruso es el hombre más poderoso del mundo. Así lo designó, por ejemplo, la revista Forbes, que lo puso en cabeza de su lista de los líderes más influyentes del planeta, por encima de Barack Obama, el presidente chino Xi Jinping, el papa Francisco, Angela Merkel o Bill Gates.
Vladímir Putin, Recep Tayyip Erdogan, Bachar el Asad, Nicolás Maduro y Robert Mugabe la han denunciado: una gran conspiración internacional está en marcha. Según ellos, quienes protestan en las calles de Kiev, Estambul, Alepo, Caracas y Harare son, en realidad, mercenarios apátridas al servicio de oscuros intereses foráneos. O tontos útiles manipulados por esas mismas fuerzas. ¿Y quién, de acuerdo a estos autócratas, está detrás de esta funesta conspiración planetaria? Las democracias occidentales.
“América Latina no es competitiva ni siquiera con sus tragedias” me dijo un cínico amigo. Se refería a que allí la pobreza no es tan infernal como la de África, los conflictos armados no tan amenazantes como los de Asia y los terroristas, no tan suicidas como los del Oriente Próximo. Es por esto por lo que el resto del mundo no suele prestarle demasiada atención a los problemas de Latinoamérica. En otras partes las tragedias son más graves o tienen más posibilidades de afectar a otros países.
En Venezuela están matando estudiantes y el Gobierno cierra un canal de televisión que se atrevió a transmitir las protestas callejeras. Argentina sigue su desenfrenada carrera hacia el precipicio económico. Los presidentes de toda América Latina se reunieron en una cumbre democrática… en La Habana. La economía brasileña entró en recesión y 2014 será su cuarto año seguido de anémico crecimiento económico. Últimamente, los brasileños salen a las calles no a bailar, sino a protestar. En 2013 Brasil sufrió la mayor fuga de capitales en más de una década.
Los países emergentes son como los adolescentes: propensos a los accidentes. Se caen, resbalan, los empujan, corren riesgos innecesarios… Por supuesto que, tal como nos demostraron hace poco EE UU y Europa, a veces las naciones maduras también se comportan de manera inmadura. Sus accidentes son menos frecuentes, pero cuando los tienen son enormes. El mundo aún está pagando con desempleo y pobreza las irresponsables audacias financieras de bancos, Gobiernos y consumidores de los países más ricos. Y ahora nos viene una crisis en los emergentes, esos países de menores ingresos cuyas economías y el bienestar de su gente venían expandiéndose a un ritmo sin precedentes.
Fue muy fácil no darse cuenta de que ese día había ocurrido un milagro. El milagro hizo que en los siguientes diez años mejorase la vida de cientos de millones de pobres en todo el planeta. El 8 de septiembre de 2000, 189 jefes de Estado firmaron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York una serie de promesas que llamaron la Declaración del Milenio. Prometieron reducir la pobreza, el hambre, la mortalidad infantil, la discriminación contra las mujeres y otros loables objetivos. Con razón, la gran mayoría de quienes se enteraron de esta declaración tomó nota y bostezó.
Silvio Berlusconi está fuera y Angela Merkel fue reelecta. Fallecieron Nelson Mandela y Hugo Chávez. Fidel Castro, no. La gente protestó en las calles de Kiev y Bangkok, El Cairo y São Paulo. Teherán se sentó a negociar con Estados Unidos por primera vez en 34 años. China eligió a un nuevo líder y encarceló a otro. El aprendiz de tirano en Pyongyang ejecutó a su tío. Por primera vez en 700 años un Papa renuncia y lo reemplaza un latinoamericano que nos entusiasma a todos. Algunas de las cosas que fueron noticia este año no son demasiado importantes para el mundo. Otras sí. Es imposible incluirlas todas aquí. Pero estos son cinco cambios que me parecen muy trascendentes.
Hasan Rohaní , el presidente de Irán, tiene más ministros con títulos de doctorado de universidades de Estados Unidos que los que tiene Barack Obama. Rohaní también tiene más doctores graduados de universidades estadounidenses que los gabinetes presidenciales de Japón, Alemania, España o Italia. Mohammad Nahavandian, por ejemplo, es el jefe de Gabinete del presidente de Irán. Vivió en Washington muchos años y se graduó en la Universidad de George Washington. Javad Zarif, el ministro de Exteriores y principal negociador del reciente acuerdo nuclear entre su país y un grupo de seis poderosas naciones, estudió en la Universidad de San Francisco y luego en la de Denver, donde obtuvo un doctorado. Vivió cinco años en Nueva York como embajador de su país en la ONU. El ministro de Estado para Energía Atómica tiene un título en ingeniería nuclear del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Mahmud Vaezi, ministro de Comunicaciones, estudió ingeniería eléctrica en dos universidades de California y luego siguió estudios de doctorado en la universidad de Luisiana. También tiene un doctorado en relaciones internacionales de la universidad de Varsovia. Muchos de sus colegas en el Gabinete del presidente Rohaní cuentan con títulos de posgrado de universidades de Irán y otros países. Abbas Ahmad Akhundi, ministro de Transporte, se graduó en la universidad de Londres. El propio presidente Rohaní tiene un título de otra universidad británica, la Glasgow Caledonian. El nuevo Gobierno de Teherán debe ser de los más tecnocráticos del mundo.
Un viaje de trabajo en España e Italia me ha dejado fuertes impresiones y algunas sorpresas. Estas impresiones son, por supuesto, muy personales y tan arbitrarias como lo poco representativa que es la muestra de personas con quienes hablé. Y claro está que España e Italia no son Europa: la crisis que viven y el humor de esos dos países no es el mismo que se observa en sus vecinos del norte. Sin embargo, hay otras tendencias que son claramente más generales, más europeas.
Son la fuente de mayor prosperidad para millones de pobres en los países que más los producen. No: el aumento de su consumo en China y otros países asiáticos empuja sus precios al alza, nos encarece la vida a todos y nos empobrece. Además, el desenfreno en su consumo amenaza la supervivencia del planeta. Al contrario: son una fuente de progreso y estabilidad económica global. ¡No! La variabilidad de sus precios causa estragos en las economías… Estas contradictorias afirmaciones son solo algunas de las que se hacen con frecuencia sobre los commodities: los minerales, vegetales, hidrocarburos y otras materias primas cuyo consumo y precios se han disparado en la década pasada. De sus precios depende lo que nos cuesta la comida. Y sus variaciones pueden hundir Gobiernos, crear inmensas fortunas o producir drásticos cambios en la manera en la que se reparte el poder entre las naciones.
Hoy vamos a jugar. Le propongo que se ponga en el lugar de un jefe de Gobierno. El director de sus servicios de inteligencia le visita para pedirle que tome ciertas decisiones. Este es un simulacro de dos situaciones inventadas por mí y que seguramente jamás han sucedido…