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Columnas

Estados Unidos: cuatro revoluciones

Andrea G

Moisés Naím / El País

Muchos creen que Estados Unidos está muy mal. ¿Las pruebas? Lo que sucede en Crimea y Siria, lugares donde el poderío norteamericano no se ve por ningún lado. Un país políticamente dividido e inaceptablemente desigual en la distribución del ingreso. El raudo ascenso del rival chino. La lista de cosas que no le van bien a esta agobiada superpotencia es aún más larga. Y engañosa. Todas estas debilidades existen y algunas de ellas son graves; la desigualdad económica, por ejemplo. Pero también hay algunas áreas en las cuales a EE UU le va muy bien, y que están en camino de ir aún mejor. Una de ellas es la industria manufacturera. La combinación de los bajos precios de la energía con las mejores y más innovadoras tecnologías de la información, nuevos materiales y robótica producirá una revolución manufacturera que no solo transformará la economía de EE UU, sino que nos afectará a todos.

Pero antes de detallar esto, es útil tener en mente algunos datos. Según Martin Baily y Barry Bosworth, de Brookings Institution, en los últimos 50 años la producción industrial de EE UU ha crecido al mismo ritmo (y a veces más rápidamente) que la economía en su conjunto. Por ello, el peso de la manufactura en el total de la economía norteamericana se ha mantenido constante. Este hallazgo contradice la impresión generalizada de que las fábricas están desapareciendo. Por el contrario, en 2010 EE UU contaba con el sector industrial más grande del mundo. Y si bien China acaba de sobrepasarlo, sigue siendo una potencia manufacturera. El problema es que esta expansión industrial se ha hecho con tales avances en la productividad que la mayor producción no ha generado un aumento proporcional en nuevos puestos de trabajo. Se produce mucho más, pero con menos trabajadores. Desde el año 2000, EE UU ha perdido 5,7 millones de empleos en este sector.

Una de las principales razones fue la crisis económica que comenzó en 2008. Pero otra muy importante es que en EE UU el crecimiento de la manufactura ha ocurrido primordialmente en una sola rama: computación y equipos electrónicos. El 90% de la manufactura que no tiene que ver con la electrónica ha venido reduciéndose y su productividad crece mucho más lentamente. Otro dato importante es que, a pesar de su enorme tamaño, EE UU importa desde 1980 más manufacturas de las que exporta. Además, en la última década casi todo lo que importa proviene de Asia y especialmente de China. Los números son espectaculares: en 2000, el 75% de todo el déficit comercial en manufacturas de EE UU se debía a la diferencia entre lo que importaba y exportaba a Asia. Para el 2012 llego a ser casi a ser el 100% del déficit —es decir, que Asia es la única región del mundo de la cual EE UU importa más manufacturas de las que le exporta—. Y si en 2000 solo un tercio del déficit en comercio de manufacturas con Asia se concentraba en China, para 2012 ese déficit con el gigante asiático aumentó hasta alcanzar un enorme 72%.

Según Baily y Bosworth, todo esto está a punto de cambiar drásticamente gracias a cuatro revoluciones: en energía, robótica, materiales y el uso de la tecnología de la información aplicada a la manufactura. EE UU pronto tendrá precios de gas natural que estarán por debajo del promedio mundial, lo cual le dará una ventaja competitiva única a sus industrias. Esto se debe a las nuevas tecnologías que permiten extraer gas y petróleo atrapado en las rocas de esquisto. EE UU tiene las segundas mayores reservas del mundo de este recurso y ha sido pionero en el desarrollo de las técnicas para explotarlo.

La segunda revolución ocurre en la automatización y la robotización de las plantas manufactureras. Los precios de los robots están cayendo, mientras aumentan su precisión y las tareas que llevan a cabo. Naturalmente esto tiene graves repercusiones para la creación de empleos, a medida que los trabajadores son reemplazados por máquinas. La revolución en nuevos materiales que combinan la nanotecnología con la biotecnología abre inusitadas y muy prometedoras posibilidades de nuevos productos y procesos productivos, que otros países no podrán fácilmente replicar. Y finalmente, la profundización del uso de Internet, Big Data, la conexión y comunicación entre cada vez más aparatos y cosas, la impresión de diseños en tres dimensiones también revolucionará la manufactura. Empresas como General Electric están comenzando a trasladar operaciones de manufactura de Asia a Silicon Valley (California) para aprovechar la cercanía con las empresas líderes en nuevas tecnologías de la información. Y el ahorro en costes de transporte desde Asia así como los menores costos de energía les darán grandes ventajas.

No todo va bien en EE UU. Pero en algunos ámbitos es un error suponer que es una potencia en decadencia.