América Latina y sus nuevas amistades
Andrea G
Moisés Naím / El País
Mientras Hu Jintao, el presidente chino, visitaba Costa Rica, Perú y Cuba su colega ruso, Dmitri Medvédev, embarcaba hacia Brasil, Perú, Cuba y Venezuela donde coincidirá con la llegada del crucero nuclear ruso Pedro el Grande para participar en maniobras conjuntas con la Marina venezolana. Hace un mes dos avanzados cazabombarderos nucleares rusos volaron a Venezuela para hacer ejercicios con la Fuerza Aérea de ese país. El 1 de noviembre Celso Amorim, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, se reunió en Teherán con el presidente Mahmud Ahmadineyad a quien le llevó una invitación del presidente Luiz Inácio Lula Da Silva para visitar Brasil. El año pasado Ahmadineyad fue el primer mandatario iraní en viajar a América Latina, donde se reunió con los presidentes Hugo Chávez, Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa. Hace poco y después de expulsar al embajador estadounidense, Evo Morales anunció que los ciudadanos iraníes podrían entrar libremente en Bolivia sin necesidad de visado y que mudaría a Teherán la Embajada que Bolivia mantiene en El Cairo.
Los viajes entre América Latina e Irán se han facilitado gracias a la nueva ruta aérea Caracas-Damasco-Teherán. La prensa oficial iraní también recibió con beneplácito el nombramiento del nuevo presidente de Paraguay, Fernando Lugo, a quien describió como "enemigo del gran Satanás" y cuyo ministro de Relaciones Exteriores, Alejandro Hamed Franco, tiene prohibida la entrada en Estados Unidos y volar en aerolíneas de ese país ya que se le acusa de ser un importante líder de Hezbolá en la región. También por estos días, Venezuela ha inaugurado, en Minsk, el Centro Bielorruso-Venezolano de Cooperación Técnica y Científica con el fin de estrechar los lazos académicos entre las dos naciones. Estos lazos, si bien recientes, ya son bastante estrechos. El Gobierno venezolano es buen cliente de las industrias de armas de ese país y cuando Rusia amenazó con cortarle el gas a Bielorrusia si no le pagaba lo que le debía una llamada del presidente Lukashenko a su nuevo amigo venezolano resolvió el problema. Hugo Chávez le dio en el acto los 478 millones de euros que necesitaba para pagar a los rusos. Sucede además que a Lukashenko -también llamado el último dictador europeo- no le sobran amigos. Según Reporteros sin Fronteras, la respetada organización que monitoriza la libertad de prensa en el mundo, "la omnipresencia del retrato del jefe del Estado en las calles y en las portadas de los periódicos en países como el Túnez de Zin el Abidín Ben Alí, la Libia de Muammar el Gadafi, la Bielorrusia de Alexándr Lukashenko debería convencer a los escépticos de la ausencia de libertad de prensa". Esto quizás lo pudo comprobar personalmente la presidenta argentina, Cristina Kirchner, quién hace poco visitó Argelia, Túnez, Egipto y Libia. Según fuentes diplomáticas, uno de los propósitos de la visita de la presidenta a Argelia fue la potenciación de la cooperación entre los dos países en materia espacial. (Sí; yo también lo tuve que leer dos veces. La cooperación es espacial).
Esta visión panorámica de las nuevas amistades de América Latina debe ser puesta en perspectiva. Es importante enfatizar, por ejemplo que las razones que motivan el aumento de los lazos de China con América Latina son distintas de las que impulsan a Moscú o Teherán. Detrás de los discursos, las expresiones de amistad, los aburridos banquetes oficiales aderezados con danzas folklóricas y encuentros académicos aún más aburridos hay realidades simples y brutales: China está en América Latina para comprar materias primas, Rusia para vender armas e Irán para luchar contra las sanciones que lo asfixian. Lo demás es adorno.
Como se sabe, China necesita asegurarse tantos suministros de energía, minerales y alimentos como pueda. Su crecimiento y su estabilidad política dependen de ello. En el caso de Rusia, por supuesto que el apoyo estadounidense a Georgia en la reciente guerra fue un irritante que ahora motiva al Kremlin a mostrar que también ellos pueden meterse a fastidiar a los yanquis en su vecindario. Pero para los familiares, socios y amigos del Kremlin las cuentas que verdaderamente importan no son las geopolíticas: son las bancarias. Las ventas de armas de Rusia a América Latina pasaron de 300 millones de dólares en 2001 a 3.000 millones en 2006 y la región es hoy uno de los más importantes clientes de armas rusas en el mundo. Y para Irán, América Latina es uno de los pocos respiraderos que le deja una maraña de sanciones que crecientemente restringe y asfixia su actividad internacional.
Las nuevas amistades de América Latina serán puestas a prueba por la crisis económica. La región pronto se enterará si sus nuevos amigos la buscan por su belleza, su cultura y su ideología o por sus riquezas.