Contact Us

Use the form on the right to contact us.

You can edit the text in this area, and change where the contact form on the right submits to, by entering edit mode using the modes on the bottom right. 

         

123 Street Avenue, City Town, 99999

(123) 555-6789

email@address.com

 

You can set your address, phone number, email and site description in the settings tab.
Link to read me page with more information.

Columnas

¿Está el Ejército estadounidense en bancarrota?

Andrea G

Moisés Naím / El País

Jim Conway quiere irse de Irak. Esto no tiene nada de extraordinario; hay muchos con ganas de abandonar ese país. Lo especial en este caso es que el general James T. Conway es el responsable de los Marines de Estados Unidos.

Conway anuncio en estos días que ha pedido que le autoricen a sacar a los 25.000 marines que tiene en Irak para llevarlos a Afganistán. Su argumento es que la misión en Afganistán resulta "más congruente con nuestras fortalezas y capacidades" y que es bueno que haya una clara división de tareas: el Ejército en Irak y los marines en Afganistán.

Más allá de consideraciones de estrategia militar, esta propuesta es en realidad una de las muchas manifestaciones concretas de un fenómeno más profundo e importante: el inmenso efecto negativo que ha tenido sobre la capacidad militar de Estados Unidos el tener que librar simultáneamente dos guerras para las que no se había preparado y que llevan camino de durar más de lo que duró la II Guerra Mundial.

Hoy, el país con el mayor gasto militar del mundo observa incrédulo como sus Fuerzas Armadas muestran síntomas de un profundo desgaste y grandes limitaciones para responder a los retos que se le presentan. Un recién creado -pero muy respetado- think tank de Washington, el Centro para la Nueva Seguridad Americana (CNAS son sus siglas en inglés; www.cnas.org) produjo hace poco un informe con conclusiones muy impactantes. Su mensaje central es que "el Ejército no cuenta con una reserva estratégica para defender los intereses de Estados Unidos en caso de nuevas contingencias militares".

Para llegar a esta conclusión, el informe reseña varios indicadores que en su conjunto ofrecen una panorámica sorprendente. Señala, por ejemplo, que los soldados y oficiales estadounidenses se ven regularmente forzados a pasar mucho más tiempo de lo usual en misiones fuera de su país, lejos de sus bases y de sus familias. Esto ha reducido el tiempo disponible para su entrenamiento, ha afectado a la moral y ha contribuido al aumento de los divorcios e incidentes de violencia doméstica en las familias militares. Y no son sólo los soldados los que sufren de este desgaste. También su equipamiento se ha deteriorado mucho: "Casi la mitad de los equipos del Ejército están en Irak o Afganistán. Debido a la inclemencia del clima y la intensa utilización que de ellos se hace, estos equipos se deterioran a una velocidad nueve veces mayor de la normal", asegura el CNAS. Y añade que mientras dure la guerra en Irak y al menos durante tres años después que termine, el Ejército necesitará más de 12.000 millones de dólares anuales sólo para reponer equipamientos y recuperar su capacidad operativa.

En vista de la situación no es de sorprender que al Ejército estadounidense se le esté haciendo más difícil reclutar nuevos soldados. Para lograr sus metas de reclutamiento se ha visto forzado a reducir muchas de sus exigencias tradicionales. Por ejemplo, el porcentaje de nuevos soldados con educación secundaria ha disminuido. El Pentágono también aumentó la edad máxima de reclutamiento de 35 a 42 años, redujo el tiempo mínimo de servicio requerido a tan sólo dos años y ofrece un pago de 5.000 dólares y múltiples beneficios educativos y sociales a los nuevos reclutas.

Y el problema no es sólo los soldados. El Ejército también sufre de un déficit de oficiales; en parte, porque no los logra retener. El 54% de los graduados de la Academia Militar de West Point en el año 2000 ya se han dado de baja. Entre otras consecuencias, esto implica que el Ejército sólo cuenta con el 83% de los comandantes que requiere, por lo que se ha visto forzado a acelerar la promoción de oficiales de menor rango que son más jóvenes y tienen menos experiencia y formación de lo deseable.

Todo esto no quiere decir, sin embargo, que la superpotencia está militarmente postrada. A pesar de estas deficiencias, Estados Unidos sigue teniendo un poderío militar que supera de lejos al de todos los demás países. Pero tal como reconoció el almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor conjunto: "¿Están nuestras fuerzas terrestres en bancarrota? Claro que no. ¿Pueden llegar a estarlo? Sí".

Ésta es quizá una de las muchas razones que tiene Robert Gates, secretario de Defensa de EE UU, para contestar a quienes le preguntan si su país irá a la guerra contra Irán: "Sería una calamidad estratégica atacar a Irán en estos momentos".

¿Y qué pasó con el general Conway y su solicitud de sacar a los marines de Irak? Pues que Gates le dijo que no.