Venezuela: Historia de un crimen contra un pueblo
Andrea G
El País / Juan Carlos Galindo
Obsesionado con el tiempo, el escritor británico David Peace asegura que este plantea una paradoja en la ficción criminal de corte histórico. Cuanto más dejamos que pase, más se complica la resolución del crimen que tenemos entre manos. Sin embargo, la distancia da perspectiva y nos ayuda al abordaje literario de los conflictos. Moisés Naím (Trípoli, 1952) no ha necesitado dejar que los hechos se alejen y olviden para efectuar un certero retrato del crimen de un régimen contra todo un pueblo. Y lo ha hecho con el conflicto en su punto más alto –es inevitable pensar que el lodo que ahoga Venezuela es fruto de los infames polvos del proceso iniciado por Hugo Chávez– y a través de una novela de espías.
Dos Espías en Caracas (Ediciones B) comienza con el retrato de dos agentes desorientados ante lo que ocurre en la Venezuela de Carlos Andrés Pérez, un país que no le importaba a casi nadie hasta que un militar paracaidista de origen humilde da un golpe de Estado fallido que no le impide convertirse en una celebridad entre su pueblo y en el extranjero. Aprovechado por el impulso, y tras su paso por prisión, Hugo Chávez llega al poder y todos sabemos lo que ocurre después, pero la manera en la que lo cuenta Naím nos hace olvidar que esto fue real y nos mete de lleno en una realidad surrealista. En la medida en que el relato es verosímil poco importa si tal barbaridad ocurrió o no, aunque sospechamos que todo fue más o menos así.
La novela gana cuando el foco se abre a otras realidades no menos criminales y estas se enlazan con la trama principal. La historia carcelaria de el Pran, todopoderoso señor de Venezuela en la sombra, completa la perspectiva de un país sometido a todo tipo de latrocinios. Alimentada por la miseria y la desesperanza, la violencia se fue insertando en cada estrato humilde de la sociedad casi en la misma proporción en la que la corrupción y la avaricia se instalaba entre los nuevos ricos del régimen y eso está también muy bien reflejado.
Solo un pero: tras un final en el que el mundo criminal y el del espionaje se mezclan ante el aparente colapso de lo político, el aficionado se quedará con ganas de un desarrollo más profundo de este universo de traiciones y violencia. Porque esto es una novela de espías y el relato gana cuando el agente Mauricio y sus acólitos cubanos del G2 o Eva y sus jefes de la CIA entran en acción, el ritmo se acelera, las lealtades se voltean, los espías se sienten perdidos y el lector percibe su confusión. Cada uno tiene el encargo de acabar con el otro e influir en la realidad del país pero nada va a ir por el carril preestablecido. Como suele pasar en el mundo del espionaje, todos creen que hay conspiraciones perfectamente urdidas donde tantas veces solo hay oportunidad, intereses despiadados y suerte.