Moisés Naím: "La salud económica de España está bien, pero su salud política está mal"
Andrea Guerra
Israel Zaballa / PAPEL La revista dominical de EL MUNDO - Fotographia de Angel Navarrete
Moisés Naím ‘Lo que nos está pasando’. Este analista venezolano, uno de los líderes de opinión más respetados del mundo, aborda en su último libro las grandes cuestiones que afectan a la sociedad, como la salud democrática o la IA. "Me sorprende la cantidad de amenazas para las que no tenemos respuestas todavía", dice
Habla bajito Moisés Naím (Trípoli, 1952), como si quisiera demostrar que para elevarse sobre la estridente actualidad son más útiles las ideas que los decibelios. Su voz, amable y serena, se hace escuchar entre el entrechocar de tazas y cucharillas de una céntrica cafetería madrileña. Quien también fuera director ejecutivo del Banco Mundial y ministro de Industria y Comercio de Venezuela a comienzos de los 90 vive ahora en Washington DC, donde está la sede del Carnegie Endowment for International Peace de la que es miembro distinguido. Tras asistir en Sevilla al Foro La Toja, Naím nos atiende en Madrid para presentar Lo que nos está pasando. 121 ideas para escudriñar el siglo XXI (Debate), un libro en el que recopila las columnas que ha publicado en prensa desde 2016 - en medios como El País o La Repubblica- como analista del panorama internacional.
P. Comienza el libro advirtiendo del ‘boom’ de ansiedad que vivimos y que viene de no saber lo que nos pasa. ¿Por qué estamos tan confusos?
R. El título del libro, Lo que nos está pasando, se lo copié, con todo respeto a Ortega y Gasset, quien en los años 30 del siglo pasado ya vio venir esta inestabilidad y dijo: “¿Qué es lo que nos pasa? Que no sabemos que lo que nos está pasando”. Este libro responde a ese mismo impulso. Sabemos que vienen cambios más grandes, más permanentes, más globales y más sistémicos, tanto en el ámbito de la tecnología, la sociedad, el clima o las armas. Todos a la vez y todos inéditos. La gente intuye que se verá afectada por esos cambios, pero sin saber exactamente cuándo, ni cómo.
P. Usted es un observador de la actualidad global. ¿Qué le ha llamado más la atención últimamente de lo que sucede en el mundo?
R. ¿Quién se iba a imaginar una guerra en el centro de Europa? El mundo está viviendo varias guerras activas. Hoy dos muy visibles, las de Rusia y Ucrania, la de Israel y Palestina. Pero además hay otras en África o en Asia. Me sorprende la cantidad de amenazas simultáneas que ocurren y para las que no tenemos respuestas adecuadas todavía.
P. De Venezuela dice que es un Estado fallido, mafioso y tomado por Cuba. ¿Me dejo algo?
R. No. Y con una oposición que está desechando la naturaleza criminal y dictatorial del régimen de Nicolás Maduro.
P. Usted ha hablado en otras ocasiones del cártel de los Soles…
R. Los militares que manejan el narcotráfico.
P. ¿Estamos hablando entonces más de un cartel que de un Estado?
R. Correcto. Antes se pensaba que un Estado podía ser víctima de personas que lo sobornaron o extorsionaban. Ahora, el crimen organizado no está fuera tratando de influir en el Estado, sino adentro. El Gobierno es parte del crimen organizado y eso no pasa solo en Venezuela, también pasa en la Nicaragua de Ortega o en la Rusia de Putin.
P. Es su idea del ‘Estado Mafioso’…
R. No se trata simplemente de la mafia atacando ciertos sectores como las aduanas o controlando el tráfico de drogas. Aquí, hablamos de que el crimen organizado es el Estado.
P. María Corina Machado está teniendo un gran éxito con su gira. ¿Cree que con ello cambiará algo el próximo 28 julio o que Maduro seguirá atrincherado en el poder?
R. Ambas cosas van a pasar. Los milagros en política también existen. Es milagroso lo que María Corina Machado y su movimiento han logrado. Cuando se dio el movimiento para promover unas elecciones primarias y elegir candidato presidencial, la gente pensó que no podría ocurrir… y ocurrió. Y lanzó a una candidata que había estado siempre allí, pero que alcanzó un nivel de popularidad y de influencia inéditos. Es un milagro.
P. Pero…
R. Pero también está la realidad. Y la realidad es que tener control del gobierno es existencial para Maduro y su entorno: el cartel de los Soles, más los iraníes, los chinos, los rusos y los cubanos. En Venezuela muchas de las decisiones, si no todas, pasan por la aprobación del régimen cubano. Ahora, todos se han encontrado con el 80% de los venezolanos no quiere a este presidente. Está muy claro que no tienen el apoyo de los ciudadanos, pero tienen el apoyo de las personas con rifles y ametralladoras. Mientras las Fuerzas Armadas, asociadas con el narcotráfico, tengan el dinero y las armas, será parte de la ecuación.
P. Una de sus columnas se titula ‘Lo que sabe Zapatero’. Ironiza con que sabe en realidad todo lo que sucede en Venezuela… ¿Por qué hace entonces como que no sabe?
R. Eso todavía la de vigencia en Venezuela. Y perdería esa posición si reconociera que todo eso está ahí. Él lo sabe y nosotros sabemos que lo sabe, pero no lo reconoce.
P. En un texto de 2016 reprocha a la izquierda su “silencio cómplice”. ¿Sigue siendo así?
R. Absolutamente... De todas formas, esa geografía de izquierda-derecha no está sirviendo mucho para entender lo que está pasando. Hemos visto a presidentes de América Latina de izquierdas, como Bachelet o Lula, tomando políticas claramente de derecha... Entonces, lo legítimo, lo válido, lo aceptable, no es izquierda versus derecha, sino democracia versus autocracia. Puede haber movimientos populistas, pero lo importante es comprobar si respetan la constitución y se van cuando termina su periodo.
P. De hecho, usted dice que le preocupa más el continuismo que el populismo.
R. El continuismo hace más daño que el populismo. Si te equivocas con un populista y está cinco años en el poder, al menos los daños se limitan a ese periodo. Pero si llegaste para quedarte, como pasa con el régimen de Maduro, y permaneces dos décadas, los daños causados son irreparables.
P. Ese afán se percibe cuando empiezan las fricciones con el poder judicial.
R. Bueno, esencialmente lo toman. Mantienen la escenografía de la democracia con prácticas de autocracia. Hacen grandes esfuerzos por aparentar ser demócratas. Todos amañan elecciones y cuentan con un poder judicial que emite resoluciones, pero que es parte de la escenografía. Este es un tema que no se ha discutido mucho. Gente como Maduro, Putin o los cubanos… ¿Por qué necesitan elecciones? ¿Por qué montan ese tinglado?
P. Para legitimarse, para construirse un trampantojo democrático…
R. Claro. El problema ahí es cuando el resto de la comunidad se come el cuento de que son demócratas.
P. Usted los llama autócratas ‘3P’ por su uso de populismo, polarización y posteridad. ¿Quiénes le preocupan más últimamente?
R. Putin. Piensa en lo que pasa escenográficamente. Acaba de tener unas elecciones donde arrasó. Con un país en guerra y una economía mala, saca un 80% de votos. Como hacía Sadam Hussein, solo que este sacaba el 100%. Un concepto que captura mucho lo que pasa es la construcción de una escenografía democrática sobre un andamiaje autocrático. ¿Por qué Maduro lo hace en lugar de decir simplemente que él manda y tiene el control de las armas, la inteligencia y el terror y que va seguir secuestrando y torturando gente? ¿Por qué se toma el trabajo de montar todo ese cuento democrático? Por la legitimación.
P. Usted dice que las democracias están amenazadas por estos autócratas.
R. La democracia es un sistema de gobierno en peligro de extinción. Quisiera destacar que no es una opinión: hay estudios de organizaciones como Freedom House. Durante los últimos 18 años se aprecia en los cheques de los polos de control, peso y contrapeso, que se está socavando la democracia.
P. Aprecia síntomas de contagio de las 3P en la política española?
R. Absolutamente. La manera en que se han manejado todas estas transiciones en las que está inmerso el país, el independentismo… en todos esos procesos se percibe claramente. De todas formas, es muy importante decir que la democracia no es lo que sucede el día de las elecciones.
P. No solo hablamos de votar, también del Estado de Derecho.
R. Claro. La democracia es lo que sucede entre esos dos días en que la gente vota, durante esos cuatro o cinco años es donde se pueden producir los ataques más clandestinos y debilitantes contra ella. Lo estamos viendo, por ejemplo, con la politización de cosas como los jueces. Hay un impulso negativo, pero también una gran contención. España está muy lejos de ser parte de las 3P radicales, extremistas. Es un país que todavía tiene una fuerte dosis de protección constitucional, no quiero parecer alarmista.
P. Pero si aprecia síntomas preocupantes…
R. Lo vemos, lo estamos viendo hoy.
P. ¿Que Ve?
R. Uno de los contrastes más interesantes es que la salud política está mal. Políticamente está en un proceso de crispación, de polarización, de enfrentamiento duro, de lucha por las identidades. Y te dices: “Este país se está cayendo a pedazos”. Pero no es así, uno sale a la calle, habla con la gente, ve los números y España es en estos momentos una de las buenas cosas que están pasando en el mundo.
P. Usted habla de la tiranía de las minorías. ¿Qué quiere decir?
R. En Israel, por ejemplo, Netanyahu, con tal de quedarse en el poder, le ha dado a grupos muy chiquitos de radicales israelíes todo lo que quiere. Estamos hablando de movimientos microscópicos. También lo hemos visto con la disposición del Gobierno de Sánchez a negociar con grupos minoritarios en España con el fin de conservar el poder.
P. ¿Qué se juega el mundo este año con las elecciones de Estados Unidos?
R. La democracia. No olvidemos que Estados Unidos es un país que social y militarmente lidera el mundo en muchos sentidos, pero tiene dos candidatos hace unos años hubieran sido inaceptables. En las elecciones es casi seguro que el margen de victoria va a ser muy estrecho. No creo que nadie vaya a ganar por una avalancha de votos. Y los sistemas que hay para garantizar que en estas elecciones el ganador sea el legítimo vencedor, han sido debilitados, socavados y politizados.
P. Habla de ciudadanos cada vez más indolentes, desinformados e irresponsables.
R. Todo eso está verificado, tengo encuestas que lo demuestran. Tiene que ver con la tercera P, que es la posverdad. Vivimos en un mundo donde la información fluye por todos lados y nadie sabe a quién creer, por qué creer, cómo creer, ni cuándo ni dónde… Hay actores malignos que azuzan todo eso.