Moisés Naím

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Los milagrosos efectos del petróleo caro

Moisés Naím / El País

El precio del petróleo ha llegado a los 150 dólares por barril, un récord sin precedentes y la causa de grandes males. Pero no todas las consecuencias del petróleo caro son malas. Por ejemplo, el total de kilómetros por mes viajados en coche por los estadounidenses sufrió la más abrupta caída desde 1949 y el número de usuarios del transporte colectivo está batiendo récords. Las ventas de coches de gran cilindrada han caído en picado, mientras que para comprar autos de bajo consumo de combustible hay listas de espera.

Así, en 2008 el consumo de gasolina en Estados Unidos va a bajar por primera vez en 17 años.

Tener un infarto es muy traumático. Pero quienes lo sobreviven con frecuencia logran abandonar malos hábitos que antes del infarto parecían imposibles de cambiar. Lo mismo está pasando con los altos precios del petróleo. El alto nivel de precios está teniendo consecuencias muy graves para gran parte de la humanidad. Pero también está obligando a cambiar patrones de consumo e inversión que hasta hace poco parecían inalterables.

Desde hace unos meses los ferrocarriles -que contaminan menos que turismos y camiones- se han visto desbordados por la demanda de pasajeros y de carga y, por primera vez en décadas, en todo el mundo se están planeando cuantiosas inversiones para aumentar su capacidad, lo cual es una buena noticia. Otra buena noticia es que millones de estadounidenses están descubriendo que vivir en casas con grandes espacios que usan poco y que quedan lejos de su trabajo les está costando un ojo de la cara. Sus costes de transporte y los costes de calefacción en el invierno y aire acondicionado en el verano se han disparado. El resultado: se están mudando más cerca del trabajo y a viviendas más pequeñas que consumen menos energía. Y también están cambiando sus hábitos de alimentación. Para no tener que subir mucho sus precios los restaurantes están disminuyendo sus gigantescas porciones, lo cual sin duda va a ayudar a combatir la epidemia de obesidad que aqueja a los estadounidenses. La entrega gratis a domicilio de pizzas que antes era lo usual es ahora un recuerdo.

Por cada dólar que sube el precio del petróleo los costos de operación de las aerolíneas comerciales aumentan en 1.016 millones de euros, lo cual en los últimos seis meses ha empujado a la quiebra a 24 aerolíneas. Pero también ha obligado a las empresas aéreas a retirar de circulación a sus aviones más ineficientes en cuanto a consumo de combustible. Y es hasta posible que la crisis obligue a la industria del transporte aéreo y a sus entes reguladores a introducir los cambios más profundos que hasta ahora han resistido y gracias a los cuales sus muy abusados pasajeros quizá puedan algún día recibir un mejor servicio.

El petróleo caro también estimula la aparición de nuevas potencias petroleras y de nuevos yacimientos. Brasil anunció hace poco el hallazgo de un campo petrolífero en sus costas que es el más grande que se ha descubierto en el mundo en los últimos 20 años. La exploración y extracción de petróleo en este campo aguas afuera y bajo una amplia capa de sal es muy costosa y sólo posible si los precios se mantienen altos. Lo mismo ocurre con la explotación de otro yacimiento encontrado por ENI, la petrolera italiana, en la República de Congo. Este petróleo no convencional se encuentra en arenas bituminosas localizadas en parajes remotos y su explotación comercial es muy costosa. Tan importante como el efecto positivo que los más altos precios tienen en racionalizar el consumo y estimular el ahorro y la eficiencia en el uso de la energía es el efecto que tienen en promover la inversión en fuentes alternativas de energía.

Las nuevas inversiones en energía limpia han saltado de 21.000 millones de euros en 2004 a casi 95.300 millones en 2007. No es accidental que la acción cuyo precio más aumentó (¡800%!) en la Bolsa estadounidense el año pasado fue la de una empresa de energía solar. Hay muchos científicos muy inteligentes y muchos inversionistas cargados de dinero que están combinando esfuerzos en la búsqueda de tecnologías que produzcan energía más limpia y barata. Y más temprano que tarde todos nos beneficiaremos de estos esfuerzos. Y eso se lo debemos al hecho de que el precio del petróleo aumentó seis veces desde 2001.