Dios, racismo e ideas
Moisés Naím / El País
Sin el apoyo de la derecha cristiana estadounidense es imposible ganar una elección presidencial en ese país. La campaña electoral del 2008 será definida por el choque entre ideas diametralmente opuestas acerca de política internacional, economía y salud pública. Estados Unidos no está preparado para elegir a un negro como presidente.
Nada de esto resultó ser cierto. Hoy sabemos que Dios, el racismo y las ideas no fueron los protagonistas fundamentales de estas elecciones. Fueron desplazados por la crisis económica, la historia personal de los candidatos, el fracaso de George W. Bush y el uso avanzado de Internet como fuente de fondos, difusión de mensajes y reclutamiento de activistas.
Ni Barack Obama ni John McCain se refirieron tanto a Dios en sus discursos y mensajes publicitarios como lo hicieron sus predecesores en elecciones anteriores o sus rivales en las elecciones primarias de sus partidos. Los líderes más poderosos de la maquinaria político-religiosa de la derecha estadounidense fueron menos influyentes en estas elecciones de lo que han sido por décadas. Su principal triunfo fue la imposición de Sarah Palin como candidata a la vicepresidencia y quien inmediatamente metió a Dios en sus discursos. Explicó, por ejemplo, que los soldados estadounidenses van a Irak a cumplir una "tarea de Dios", quien, según ella, "tiene un plan bien definido al respecto". Pero mientras este tipo de mensajes antes era común, en esta campana fue infrecuente. Dios fue exiliado de esta campaña electoral
Y el racismo también. Un negro, hijo de un inmigrante sin fortuna, puede sólo con su talento y su esfuerzo llegar a la presidencia de Estados Unidos. El color de su piel no ha sido el obstáculo insalvable que el mundo entero suponía que destruiría la carrera política de Obama. ¿Quiere decir esto que en Estados Unidos no hay racismo y que el color de la piel de Obama no jugó papel alguno en la elección? Por supuesto que no. Pero el hecho es que, para millones de estadounidenses que lo apoyan, la raza de Obama ha importado menos que otros factores. Esto es más sorprendente para el resto del mundo que para los estadounidenses. Fue siempre más difícil ver a Obama victorioso para un británico que sabe cuán lejos está su país de elegir como primer ministro al hijo de un paquistaní, o para un español que sabe que falta mucho para que un descendiente de marroquíes se instale en la Moncloa o para el japonés que sabe imposible que un hijo de coreanos llegue a estar a cargo del Gobierno. Desde esta perspectiva, que un negro pueda llegar a ser el presidente de los Estados Unidos era simplemente inimaginable. Esto nos dice más del racismo que hay en el resto del mundo que el que aún persiste en Estados Unidos.
A las ideas tampoco les fue bien en estas elecciones estadounidenses. En momentos en que el mundo ha perdido anclajes fundamentales en la economía, la geopolítica, la sociedad o el medioambiente, McCain y Obama no se destacaron por la originalidad de las ideas en las que fundamentaron sus propuestas electorales. En esta campaña las ideas fueron poco importantes a la hora de definir los resultados. Obama y McCain hicieron lo posible por diferenciar sus propuestas y, en muchos sentidos, sus ofertas son diferentes. Pero el país no se ha enterado. Muy pocos votantes saben en qué se diferencian las políticas económicas de McCain de las de Obama o cómo varían las reformas al sistema de salud que propugnan, o en qué son diferentes las maneras en que proponen relacionarse con China.
Los eslogans y las frases simples son la norma en todas las elecciones en todas partes. Son raros los comicios donde la discusión a fondo de propuestas tiene el protagonismo. Por más importantes que sean, las ideas siempre son más aburridas que las conversaciones sobre la personalidad, el carácter y la vida de los candidatos. ¿Qué ideas pueden realmente competir, en una conversación de sobremesa, con las espectaculares historias personales de McCain y Obama? ¿O con la historia de la Palin desollando alces en Alaska?
Las elecciones estadounidenses de 2008 introdujeron muchas novedades. Desde el inesperado ascenso de candidatos que no contaban con el apoyo de las élites tradicionales de sus respectivos partidos hasta una gran cantidad de innovaciones en el uso de Internet como instrumento para organizar la actividad política. Naturalmente, la novedad más trascendental es Barack Obama. Y esta novedad no sólo impacta en Estados Unidos. A partir de ahora, y en todo el mundo, jóvenes pobres, marginados y hasta aquellos abandonados por su padre han sido informados de que ascender los picos más altos no es un sueño imposible. Sí se puede.